En poco más de tres semanas he cambiado de proveedor de telefonía, de seguro de coche y de alarma para la casa. Todo por uno de los males de nuestro tiempo: los “call center” o servicio de atención al cliente, pensados exclusivamente para mayor gloria y beneficio de la empresa y destinados a mantenerte siempre desafecto a la causa de la protesta prolongada, mediante el cansancio progresivo y latente.
La alternativo ha sido contratar servicios con agentes locales, cercanos y con nombre y apellido, a los que puedo visitar y llamar cuando guste. En Telefonía he dicho adiós a Movistar y he contratado los servicios de una empresa local que me da mejor acceso a Internet y más barato y, además, de vez en cuando me tomo una cerveza con su comercial. De paso, he quitado el número fijo y los tres móviles de casa los he pasado a Tuenti, la mejor relación calidad precio actual, en mi opinión. Sí, ya sé que Tuenti es de Telefónica, pero es que conozco a varios de sus responsables, que siempre me han atendido con cordialidad. Además, su web va estupendamente y gestionas los servicios con facilidad. Nada de llamar al “call center”. Prohibido.
Eso sí, en el momento en que me dí de baja de Movistar llamaron una y otra vez para que no nos fuéramos, ofreciendo alternativas que nunca nos plantearon cuando éramos clientes. Tirando los precios para que no nos marcháramos o, lo que es lo mismo, poniendo de tontos a los usuarios que sean fieles a esa empresa que, obviamente, están pagando de más si cuando te vas te ofrecen una rebaja considerable.
En los seguros de coche ha sido peor. Linea Directa Aseguradora tiene una voraz política de que contrates sus servicios como sea y te suben los precios sin avisar. Eso sí, si tienes un percance, aunque sea culpa de un tercero, date con un canto en los dientes si recuperas tu coche reparado antes de dos meses. Eso me pasó a mí. Sólo me permitían hablar con el “call center” y cada uno que me atendía me decía una cosa distinta, muchas veces contradictorias. El perito, mientras tanto, buscando excusas para retrasar la reparación, hasta que me fui al taller y hablé directamente con el chapista y mecánico, que me dio la solución. Yo tuve que trabajarlo todo. El seguro no hizo nada, salvo cobrar. De modo que, al día siguiente de recuperar mi coche ya reparado y tras 56 días de ser el taxista de la familia, entré en la web de mi banco y devolví todos los recibos que me habían cobrado. Es decir, rompí mi relación con ellos de manera abrupta y me fui a un joven corredor de seguros de mi localidad, que me ofreció 9 opciones y elegí la que más me gustó, con una rebaja del 45 % con respecto a Linea Directa. De paso, me tomé una cerveza con él.
En la alarma de casa ocurrió algo parecido aunque no igual. Nos dimos de baja del servicio y nos ofrecieron una rebaja considerable, que no aceptamos. Envié una carta certificada con la baja y al mes siguiente volvieron a cargar la mensualidad, que devolví de inmediato. Al día siguiente me llamó un comercial instalador de la zona y me pidió reunirse conmigo. Nos ofreció una mejora técnica considerable y una rebaja económica mayor. Me anotó tres fechas de llamada concreta al servicio para una nueva renovación más adelante y me pidió que siempre hablara con él. Me tomé una cerveza y acepté una prórroga de 3 meses, en la que estamos, con una rebaja de más de 55 % con respecto al precio del “call center”.
O sea, que tururú para los sistemas de atención al cliente, que, en la práctica, no son tales. Aunque te llamen de tú, cosa que me molesta sobremanera. “Yo te llamo de tú y somos colegas, pero paga, maldito” es mi traducción a esta forma de tratar al cliente.
Doctor, me estoy volviendo analógico. Tomo cervezas con quienes me dan servicios. ¿Es grave?