Leo que a los periodistas les importa más en estos momentos su adaptación digital que el problema de empleo en la profesión. Vale, puedo entenderlo, porque están en juego muchos otros puestos de trabajo, aunque mucho me temo que también se incluye en este mismo paquete un desigual interés por la calidad y la ética informativa. El tiempo nos lo dirá.
De momento, lo que ahora se está produciendo es un posicionamiento claro de los medios. De una parte, el director de El País usó a la Redacción como excusa para anticiparnos a todos de que el diario será eminentemente digital muy pronto. Todo el mundo se posicionó claramente, incluidos los periodistas que juegan siempre a ganador y se apuntan al viento que mejor parece soplar. Empiezo a estar un poquito harto de estos perdonavidas que siempre dicen que ellos ya vaticinaron tal o cual cosa.
Este domingo, El Mundo se apuntaba al carro y su director puso el dedo en la llaga, volviendo el debate hacia nosotros mismos diciendo que nos pasamos el día criticando tal o cual cosa y los medios no entramos de lleno en este profundo proceso de transformación a que nos está llevando la tecnología. Buen artículo, incluido su comienzo, un tanto espectacularista.
Finalmente, ABC, vía Luis Enriquez, el consejero delegado de Vocento, intentó poner calma en el debate y dijo que, por ahora, no estaba demostrada la rentabilidad real del modelo digital de los periódicos y que el papel le lleva pero que mucha ventaja. También es verdad. No le falta razón, aunque se vea venir el desastre a medio plazo.
Lo que sí esta claro es que las nuevas generaciones no aspiran a comprar el periódico de papel. Ni siquiera lo hacen los futuros periodistas.
Además, y con esto termino, el debate en España nace sesgado desde el principio, porque los periódicos se siguen mirando al ombligo, cuando la transformación digital es total, empezando por los usuarios y terminando por el negocio de la Comunicación en su conjunto. Así que no es un problemas de los periódicos y sus consejeros delegados. Es un problema de todos los medios y cada cual responde como puede. Las televisiones, por ejemplo, llevan ventaja en esta transformación, a lo que hay que añadir que el público quiere vídeo, vídeo y, en tercer lugar, texto. Si, ventaja. De todo ello volveremos a hablar más adelante.